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Diego Luna siempre se sintió cómodo junto al lado oscuro de la fuerza. Mucho antes de que se convirtiera en “el mexicano” de Rogue One: una historia de Star Wars -como le gusta presentarse-, iba al colegio con su muñeco de Darth Vader, el primer juguete que compró de esta saga galáctica. Era su personaje preferido, y lo sentaba a su lado. “Sentía que mi mejor amigo. Ahora mi personaje es Cassian Andor, un espía de la rebelión, pero Darth Vader me sigue poniendo y yo interpreto a alguien que ha visto de cerca el lado oscuro de la fuerza”, describe. Con su cara de pillo habitual, este actor -nacido en el “defectuoso” (Distrito Federal) hace casi 37 años- deja claro no va a contar más de su personaje. El resto, prensa y fans, tendrá que esperar hasta el estreno de la película que dirige Gareth Edwards. “Hasta mis hijos, cuando venían a verme al rodaje, tenían que firmar esos contratos diciendo que no le iban a contar nada a nadie. ¡Fiona tiene 6 años!”, se ríe.

Aun así, no puede callar. Se tuvo que pellizcar a menudo durante el rodaje para recordarse que estaba actuando y que no era un juego de niños. “Pulsas los botones y se encienden luces. Y la nave se mueve como si volaras mientras en la pantalla ves objetos que vienen hacia ti. Claro que hay efectos digitales, pero para una producción así sorprende la atención al detalle y lo prácticos que son todos los platós”, recuerda.

Rodada mayoritariamente en los estudios de Pinewood, en Londres, Rogue One también pasó por las Maldivas y Jordania. Aunque llena de referencias a la película inicial, estrenada en 1977, según Luna es una aventura que se puede ver por sí misma y en la que no participan los héroes de la saga. “Aquí no hablamos de tipos con superpoderes sino de gente normal trabajando en equipo”, resume. Habría dicho que sí de cualquier manera, sin embargo cualquier posible duda se la quito el argumento: “Rogue One habla de diversidad racial y cultural y servirá de inspiración para que la gente tome partido, para que se mojen y pasen a la acción”.

Desde sus comienzos con Y tu mamá también (2001), este hijo de la diseñadora de vestuario británica Fiona Alexander e íntimo amigo de Gael García Bernal ha alternado su amor por el cine con su compromiso político. “Y en esta ocasión puedo decir lo que quiera porque hablo con metáforas, desde una lejana galaxia”, suelta con ironía. En su opinión, si el episodio IV de la saga reflejaba el estado de las cosas en la década de los setenta -la era Nixon y su influencia oscura en Latinoamérica o el conflicto palestino-israelí-, Rogue One resuena cercana a los tiempos actuales, a la necesidad de rebelarse y plantar cara a “la ignorancia y el odio” que se están apoderando del planeta.

Ell actor no ignora el sabor de aventura y comercio de una película que quiere batir récords de taquilla. “No hemos desaprovechado ninguna oportunidad de hacer un gran filme”, afirma, cuando se le pregunta por la gran cantidad de secuencias que se han vuelto a rodar, algo que ha causado el nerviosismo entre los fans. Para cortar la conversación, Luna ofrece más detalles del espía que interpreta, alguien que no se puede comparar con Han Solo “porque es único”, aunque es el tipo “junto al hay que estar si la cosa se pone fea”. Y en esta galaxia no existirá México, pero su personaje tendrá un acento único. “Mi presencia en esta película demuestra que nos han oído. Que cada vez que compramos una entrada estamos diciendo que queremos ver un cine que nos refleje. Algo que me da esperanza. Dicho esto, soy el mexicano más afortunado en toda la galaxia”.

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